Hace unos días fui muy bien acompañado al museo Reina Sofia. Una de las colecciones más importante 
 Pero no quería hablar
de pintura, hoy quería contar la continuación de mi tercera parte de
vacaciones, pero  es que mis vacaciones
son como estos cuadro de líneas rectas, ya que todo está organizado, y líneas
curvas como en la pintura de Dalí, éstas reflejadas en la improvisación y en la
flexibilidad de nuestros recorridos.
Lo primero que hicimos nada más llegar al hotel fue
situarnos en el callejero de Lyon y tomar una cervecita (que siempre viene bien)
de marca La Blanche du Mont Blanc (dicen que está fabricada con agua del Mont Blanc)
en Place des Terraux. A nuestra izquierda el Ayuntamiento, enfrente el Museo de
Bellas Artes y los caballos de la Fuente Bartholdi; estas vacaciones ya cogían
cuerpo y éste nos gustaba.
 La cocina francesa es muy distinta a la cocina española y
eso lo descubrimos ya el primer día; en Lyon tienen mucha fama los Bouchon, que
son restaurantes con comida típica de Lyon. Después de degustar muchos de los
platos típicos de estos restaurantes, como la 
Quenelle de Brouchte  o la famosa
salchicha Saucisson Lyonnais  así como
sus ensaladas, puedo decir que como en pintura me gusta más el impresionismo de
Gaugin que el cubismo de Picasso , me gusta más la cocina alcalaína que la
cocina Lyonesa, sin desmerecer ninguna de las dos.
La cocina francesa es muy distinta a la cocina española y
eso lo descubrimos ya el primer día; en Lyon tienen mucha fama los Bouchon, que
son restaurantes con comida típica de Lyon. Después de degustar muchos de los
platos típicos de estos restaurantes, como la 
Quenelle de Brouchte  o la famosa
salchicha Saucisson Lyonnais  así como
sus ensaladas, puedo decir que como en pintura me gusta más el impresionismo de
Gaugin que el cubismo de Picasso , me gusta más la cocina alcalaína que la
cocina Lyonesa, sin desmerecer ninguna de las dos.
Para estos días por las faldas de los Alpes alquilamos un
coche en Europcar a través de la Mutua Madrileña; como en otras ocasiones, fue
un acierto. En esta ocasión fue un Opel Crossland.
Siguiendo las rutas preestablecidas nos dirigimos a Annecy.
Es un pueblo muy bonito que nos encantó a los cuatro y que sin duda se puede
recomendar con la certeza de acertar. Es una ciudad  bonita con mucha gente pero a la vez muy
tranquila: una imagen vale por mil palabras. 
Otra de las ciudades que teníamos en la ruta era  Chambéry, capital de los Saboya, ciudad muy
tranquila y muy agradable de pasear y visitar. Como se nos hacía tarde para
volver a Lyon decidimos cenar en un restaurante Italiano.
 En Grenoble  nos estaban esperando Michel y su compañera
Cristina. Nuestro anfitrión nos tenía guardada incluso una plaza de parking;
después de abrirnos las puertas de su casa y presentarnos a Cristina, su
compañera, nos enseñó esta bonita  ciudad. Mientras, Cristina nos estaba
preparando una verdadera y exquisita comida francesa. La guinda nos la puso con
una  botella de vino Baltasar Gracián para
que hiciera juego con el pastel de patata y las codornices que nos habían
preparado; después de habernos bebido una botella de vino blanco achampanado
que entró muy bien, maridada con unos aperitivos que Cristina nos había
preparado , continuamos con  una botella
de vino tinto Lyon que acompañaba a los entrantes; si me olvidara de los quesos
no tendría perdón; después de tomar café, Michel nos siguió enseñando Grenoble
mientras íbamos a visitar una exposición donde nuestro anfitrión tenía
expuestos unos cuadros. Muchas gracias, Cristina; muchas gracias, Michel. 
Con una mañana con nubes y claros decidimos hacer nuestra
última excursión a Chamonix para subir al corazón de esas montañas, que nos
tenían cautivados. Llegamos a media mañana y pese a las nieblas que se veían
decidimos subir en un tren de cremallera hasta el glaciar, la Mer de Glase. Sencillamente
impresionante, lastima de tiempo, pero bueno, no descartamos otra visita, a
esta zona de Francia.
Y con estas lineas comienzo a preparar los carnavales de Cadiz 2020

