lunes, 8 de julio de 2019

CONTINUO CON LA TERCERA PARTE DE ESTE LYON 2019


Hace unos días fui muy bien acompañado al museo Reina Sofia. Una de las colecciones más importante
 que tiene, sino la mejor, es la pintura cubista  de Pablo Picasso y de Juan Gris, con otra colección del genial surrealista Salvador Dalí.
 Pero no quería hablar de pintura, hoy quería contar la continuación de mi tercera parte de vacaciones, pero  es que mis vacaciones son como estos cuadro de líneas rectas, ya que todo está organizado, y líneas curvas como en la pintura de Dalí, éstas reflejadas en la improvisación y en la flexibilidad de nuestros recorridos.
Lo primero que hicimos nada más llegar al hotel fue situarnos en el callejero de Lyon y tomar una cervecita (que siempre viene bien) de marca La Blanche du Mont Blanc (dicen que está fabricada con agua del Mont Blanc) en Place des Terraux. A nuestra izquierda el Ayuntamiento, enfrente el Museo de Bellas Artes y los caballos de la Fuente Bartholdi; estas vacaciones ya cogían cuerpo y éste nos gustaba.
La cocina francesa es muy distinta a la cocina española y eso lo descubrimos ya el primer día; en Lyon tienen mucha fama los Bouchon, que son restaurantes con comida típica de Lyon. Después de degustar muchos de los platos típicos de estos restaurantes, como la  Quenelle de Brouchte  o la famosa salchicha Saucisson Lyonnais  así como sus ensaladas, puedo decir que como en pintura me gusta más el impresionismo de Gaugin que el cubismo de Picasso , me gusta más la cocina alcalaína que la cocina Lyonesa, sin desmerecer ninguna de las dos.
Para estos días por las faldas de los Alpes alquilamos un coche en Europcar a través de la Mutua Madrileña; como en otras ocasiones, fue un acierto. En esta ocasión fue un Opel Crossland.
Siguiendo las rutas preestablecidas nos dirigimos a Annecy. Es un pueblo muy bonito que nos encantó a los cuatro y que sin duda se puede recomendar con la certeza de acertar. Es una ciudad  bonita con mucha gente pero a la vez muy tranquila: una imagen vale por mil palabras.
Otra de las ciudades que teníamos en la ruta era  Chambéry, capital de los Saboya, ciudad muy tranquila y muy agradable de pasear y visitar. Como se nos hacía tarde para volver a Lyon decidimos cenar en un restaurante Italiano.
 En Grenoble  nos estaban esperando Michel y su compañera Cristina. Nuestro anfitrión nos tenía guardada incluso una plaza de parking; después de abrirnos las puertas de su casa y presentarnos a Cristina, su compañera, nos enseñó esta bonita  ciudad. Mientras, Cristina nos estaba preparando una verdadera y exquisita comida francesa. La guinda nos la puso con una  botella de vino Baltasar Gracián para que hiciera juego con el pastel de patata y las codornices que nos habían preparado; después de habernos bebido una botella de vino blanco achampanado que entró muy bien, maridada con unos aperitivos que Cristina nos había preparado , continuamos con  una botella de vino tinto Lyon que acompañaba a los entrantes; si me olvidara de los quesos no tendría perdón; después de tomar café, Michel nos siguió enseñando Grenoble mientras íbamos a visitar una exposición donde nuestro anfitrión tenía expuestos unos cuadros. Muchas gracias, Cristina; muchas gracias, Michel.
Con una mañana con nubes y claros decidimos hacer nuestra última excursión a Chamonix para subir al corazón de esas montañas, que nos tenían cautivados. Llegamos a media mañana y pese a las nieblas que se veían decidimos subir en un tren de cremallera hasta el glaciar, la Mer de Glase. Sencillamente impresionante, lastima de tiempo, pero bueno, no descartamos otra visita, a esta zona de Francia.
Y con estas lineas comienzo a preparar los carnavales de Cadiz 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario