domingo, 8 de diciembre de 2019

SER POCHORRO ES UN ORGULLO Y UNA SUERTE


Sin duda estos días han sido de los más tristes que me han pasado en esta vida; pero no quiero hablar de tristezas sino todo lo contrario.
Yo he tenido la gran suerte de  pertenecer a la familia que pertenezco y uno de los componentes de esta familia ha sido mi tío Ezequiel y digo con orgullo que todos y cada uno de los componentes de la misma sabemos y sabíamos que en él teníamos apoyo, fuera cual fuera la situación en la que pudiéramos encontrarnos.
 Le recuerdo cantar volviendo de la era de Carracodos “Uno de Enero, dos de Febrero, tres de Marzo, cuatro de Abril, cinco de Mayo, seis de Junio, siete de Julio : San Fermín”. Y alguna que otra jota.
 Recuerdo ir con él a acarrea
r trigo o cebada, incluso el día de Santiago o el día de Santa Ana; en aquellos años las fiestas del verano no eran tan concurridas como ahora y caía cada canción que temblaban las samugas del albardón.
Sin duda alguna era Pochorro, Pochorro; unos decían que tenía la nariz grande y era verdad, los Pochorros tenemos en la nariz una de nuestras señas de identidad; tenemos otras muchas y sin duda él recogía todas: trabajador, honrado, decente, amigo de sus amigos, familiar, etc.
Yo siempre decía que mi tío era bruto como buen maño que era, pero bueno y noble como nadie.
En el trabajo era fuerte y bravo pero en las fiestas pocos le ganaban a comer y beber, lo que son otras de las cualidades que tienen ser Pochorros.
Era muy difícil que no habláramos dos, tres o cuatro veces por semana. Lo primero que preguntaba era por los nietos y por la familia,  luego por el trabajo  o por el futuro; esa es otra cualidad que tenía como buen Pochorro , somos preguntones, no porque seamos alcahuetes sino porque creemos que es la manera más sincera de entender y conocer al de enfrente.
Este mes ha sido malo para esta cuadrilla, y no quiero dejar de nombrar a mi tía Esperanza, quizás la más tranquila de todos , pero que como  buena pochorra era cariñosa y muy familiar. Murió a los 97 años hace justo un mes; los católicos seguro que piensan que estarán juntos, al lado de su hermano Julián, mi padre; yo digo :”ójala mis hijos y mis nietos tengan la misma opinión de mí hoy y el día que yo muera, como la que ellos han dejado en mí, antes y ahora que ya no los tengo”.
Me gustaría transmitir en estas líneas todas las sensaciones que me invaden estos días, al recordar a mi padre, a mi tío Ezequiel y a mi tía Esperanza.
De corazón te deseo, ahora que termino este punto y seguido, salud y anarquía.

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