Corría Julio de 1976, cuando después de pasar una noche en un barco empecé mis andaduras en las Islas Baleares, primero en Palma y dos meses y medio más tarde en Mahón; pero no voy a contar lo bien que me lo pasé ese año en Mahón.
Siempre me gusta decir que mis vacaciones comienzan cuando las empiezo a preparar y terminan cuando las acabo de contar, aunque ya llevo dos viajes que los plasmo en un cuaderno y cuando llevo a imprimir éste, es cuando terminan. Por otro lado también podría decir que para mis los viajes no terminan nunca porque me gusta recordarlos y todavía me quedan cuarenta y cuatro años de poder recordar los buenos momentos y realizar más de cuarenta viajes.
En el último viaje nuestro destino eran las Illes Baleares, dos días en Menorca y otros cuatro en Mallorca y, como antaño, si Mallorca es bonita y acogedora, Menorca lo es todavía más.
Menorca, además de playas y calas impresionantes para darte
un baño, ofrece otras muchas más cosas: arquitectura que te dice de su pasado inglés,
restos arqueológicos como la Naveta des Tudons (el edificio más antiguo de Europa)
y la Necrópolis de Cala Morell o la Iglesia de Santa María (con su Órgano de
cuatro teclados y más de 3000 tubos entre tubos de madera y tubos de metal). Otro
de los atractivos de Menorca es su puerto, uno de los mayores puertos naturales
de Europa. Y no querría dejar fuera de estas maravillas sus restaurantes y la
amabilidad de las gentes: en Ferrerías, pueblo del Interior, nos pudimos comer
un arroz caldoso después de unos chipirones y otros entrantes como nunca lo
habíamos comido, lo mismo que las exquisitas patatas bravas o sus rebozados.
Dejamos mucho sin ver y visitar por si nos va a hacer falta una excusa para
volver, que volveremos seguro, aunque solamente sea por ver una nueva puesta de
sol desde las escaleras de la Cova den Xoroi 
con un cubata en la mano.
El grupo musical “Los Mismos” cantaban: “será maravilloso
viajar hasta Mallorca, sin necesidad de tomar el barco o el avión”. Durante
estos 46 años que mi cuerpo no viajaba a Baleares he viajado muchas veces sin
utilizar estos medios ya que los recuerdos me llevan a los buenos sitios en los
que he estado y Palma se encuentra entre esos lugares.
Este viaje fue para visitar aquellos  lugares y pueblos fuera de la playa  que Mallorca tiene y merece la pena
visitar,  como Valldemossa con su Cartuja,
donde Chopin o la escritora con nombre masculino  George Sand 
pasaros muchos meses; siguiendo por esa zona te encuentras con lugares
fantásticos como Deia , camino de Sóller, donde tienen un tranvía con más de
cien años de antigüedad que te acerca al puerto, donde pudimos disfrutar de una
buena comida, ya por la tarde visitamos Sóller y Fornalutx, paisajes únicos a
la izquierda el mar y en Fornalutx el corazón de la Sierra de Tramontana; ya
por la tarde noche regresamos a Mallorca.
Al día siguiente después de dar cuenta de un buen desayuno en el hotel nos fuimos a la otra parte de la isla para visitar, como no, las Cuevas del Drach, Porto Cristo, sus acantilados y su puerto, pero no podíamos ir a esa zona de Baleares sin pasarnos por Majorica, así que por allí nos pasamos después de comer en Manacor, ciudad venida a menos.
El ultimo día lo dedicamos a Palma, sus calles, su catedral
y dar una vuelta por la playa sin bajarnos del coche porque el tiempo corría y
el avión nos esperaba.
Hay una frase que todos dijimos varias veces: “tenemos que
volver” y yo añado “Fue maravilloso viajar a Baleares, volveremos”.


 
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