Lo primero pondremos aceite en una sartén, donde freiremos
las truchas con sal y bañadas en harina, las doraremos todas y las apartaremos,
si se pasa al lado de la nevera es conveniente tomar ese botellín que lleva
unos dias mirándote, como diciendo anda ladrón cógeme que me dejo. Pero
volvamos a la receta.
Tomaremos una cebolla gordita y la cortaremos en juliana, asi
como unos dientes de ajos cortados en laminas ni finas ni gruesas, tomaremos
igualmente una zanahoria o dos y la cortaremos como si fueran monedas de dos euros
y unos céntimos, más gruesos, si los céntimos los equiparamos a los milímetros esto
es dos céntimos dos milímetros, cinco céntimos cinco milímetros; bien que me
enrollo malamente, pondremos la cebolla junto con los ajos y las zanahorias en
la sartén que anteriormente habíamos frito las truchas, ¿Qué tal va la
cervecita? Que no se caliente, pero sigamos cuando ya está ponchadita la
cebolla los ajos y su amiga la zanahoria le añadiremos una hojita de laurel, doce
o 15 granos de pimienta negra, medio baso de vinagre blanco y medio baso de
vino blanco, si es bueno mejor, ¿Qué tal vamos Pepe? Se le añaden unos hilos de
azafrán y un poquito de pimentón, a todo este conglomerado de cositas lo
miraremos mientras apuramos el botellín, seguramente su amigo el que tenía a su
izquierda nos este esperando.  Bueno,
Bueno ya tenemos todo como queríamos habrán pasado unos 10 minutos, y este es
el momento en el que meteremos a las amadas truchas, las que dejaremos cocer
unos 10-15 minutos. 
Bueno pues esto es todo, que aproveche.
Esto se quedaría corto si no contara el porqué, el cuándo y
el cómo y en eso voy a pasar ahora ratito, toda vez que las truchas ya están cocinadas.
Hace ya unos meses concretamente durante octubre del año pasado,
un buen día recolectando níscalos estábamos Pepe, Ignacio y el que aporrea el
teclado mientras escribe, Ignacio me propuso volver a sacar mis cañas del
armario cosa que ellos hacen muy a menudo, pues como decía me propuso ir este
año 2025 a pescar y en esos menesteres hemos estado esta mañana.
La mañana estaba un poco fresca, pero se avecinaba buen día,
eran las siete y cinco cuando me ha sonado el teléfono, -- dime Ignacio –ya estamos
en tu puerta- ha sido la contestación, me ha dado tiempo a tomarme la pasilla
de la alergia. Mientras nos saludábamos hemos ido rodando camino de Trillo
donde estaban esperandonos las amigas. Yo llevaba mi mejor caña y mi mejor
carrete, no me han dejado utilizar mis aparejos y a cambio me han puesto: caña,
carrete y Pepe me ha regalado una cajita con anzuelos ya montados, la mañana prometía.
Ignacio para darnos envidia ha montado su caña y le ha puesto un berberecho de
cebo en menos de dos minutos la primera trucha, Pepe se retiró una cincuentena
de metros diciéndonos que llevaba sacadera, lastima no habérsela pedido. Monte
la caña con un vinilo chiquitico, en el anzuelo sin muerte y me dispongo a pescar,
no había lanzado 5 veces cuando clavo la primera trucha, ¡pero que trucha!
Ignacio viendo semejante ejemplar ha corrido a echarme una mano ¡pesa un kilo! Y
le he ido acercando la trucha donde estaba el, de rodillas en el barro pues era
una zona con carrizos y barro, la campeona ha dado unos saltos y se le ha ido
de las manos, ahora dice que no la había cogido, y una pol... mi trucha era
tres veces la suya y yo un principiante contra un campeón. Ellos han sacado su
cupo y parte del mío, yo me he conformado con dos eso si las que he sacado yo
creo que eran las más grandes y guerreras. Llegando las doce Ignacio para
consolarme se ha ido a por el pan y unas cervezas y esto junto con una barra de
chorizo que mi dueña nos había preparado, mientras almorzábamos Pepe se batía en
duelo con un barbo de tres o cuatro kilos y nos ha traído más tarde la foto y
su cesta con siete hermosas truchas.
En fin, un día inolvidable. Repetiremos sin duda
 
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