Qué
bonita esta mi Cai, que bonita mi ciudad, que rebosa de alegría,ay, cuando
llega carnaval…
Cuántas veces lo hemos escuchado mientras disfrutamos de Coros, comparsas,
chirigotas, cuartetos o romanceros en esta ciudad. Como ya viene siendo una
costumbre, después de disfrutar de muchas agrupaciones desde nuestro sufrido
sofá, gracias a la televisión, Jubilados sin fronteras alquilamos una
furgoneta, reservamos hotel y marchamos para Cádiz.
Este viaje
lo empezamos a preparar sobre el mes de noviembre; contactamos con el Hotel
Crisol Monasterio de San Miguel y reservamos 5 habitaciones (para que no nos
dijeran luego que el hotel estaba lleno) a 480 euros la habitación por tres
días con desayuno. En el mes de enero revisando los precios  observamos que el precio había bajado de una
manera considerable: 287 euros habitación con desayuno (las previsiones del
hotel no se cumplieron) asi que anulamos la primera reserva a mi nombre y las
reservamos a nombre de Don Tomás. Un año más nuestros queridos amigos Rosa y
Juan Carlos nos dijeron que no vendrían, pues estaban siendo abuelos (desde
aquí quiero felicitarles y desearles lo mejor de este mundo). Igualmente
reservamos la furgoneta y el hotel en Mérida para no hacer el camino de un
tirón.
Si los que
tienen que tomar nota no lo hacen y pasan de lo ocurrido, los Carnavales,
pueden morir de éxito. El primer viernes fue lo que esperábamos; llegamos a Cádiz
y aparcamos donde siempre, en el aparcamiento de RENFE y nos unimos a las
gentes de la ciudad, donde disfrutamos de bonitas coplas. Esto ocurrió después
de tomar posesión de las habitaciones y comer como se merecen nuestros
cuerpecitos en el Romerijo del Puerto de Santa María, con langostas incluidas a
las que invitó Ignacio.
El sábado
decidimos pasar la mañana en San Lucar de Barrameda visitando su castillo, que
merece la pena; a la hora de comer fuimos al bar del Partido Comunistas
recomendable 100%. El problema vino luego: primero no pudimos aparcar en el
centro , todos los aparcamientos llenos, y tuvimos que ir a aparcar a las
afueras, pero lo peor estaba por llegar; tanto la plaza del Ayuntamiento como
la Plaza de la Catedral era un botellón, para ir a la Plaza de las Flores  y al Mercado fuimos por calles secundarias
llenas de orines, suciedad y malos olores, no pudimos ver ni una sola chirigota
y a eso de las 10 de la noche pudimos tomar un taxi por la Caleta y acercarnos
para coger la furgoneta y volver a la 
Caleta a recoger al resto. Además tuvimos
que cenar en un Macdonald, un desastre de tarde-noche.
Según la prensa podríamos estar ese fin de semana unas 400.000 personas, los autobuses estaban por decenas aparcados como podían, Para el año 2025 volveremos si el tiempo y las autoridades lo permiten y si no también.



 
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