El servicio militar era considerado como una pérdida de tiempo, pero como era obligatoria en aquel julio de 1976 en Orera se quedó mi corazón y en Madrid los amigos y yo, provisto de un petate, tomé el tren en Zaragoza con destino a Valencia, donde nos embarcaron con destino a Palma de Mallorca. Dos meses más tarde fui destinado a Menorca. ¿Pérdida de tiempo? Sin duda. ¿Disfrute de la vida? Totalmente. Durante esos meses tuve alquilada una habitación en una pensión (1500 pesetas al mes). Mi amigo Perico se encargaba de ingresarme en la cuenta o de enviarme 8000 pesetas todos los meses, y el ejército me mantenía: desayuno, comida y cena más merienda. Tiempos que nunca olvidaré ¿Historias que podría contar?, muchas, allí también hice buenos amigos, más fuera de la caja de reclutas, 4 soldados, uno por reemplazo, un comandante, un capitán y dos tenientes. Estuve dando apuntes de Derecho a Mercantil a la hija del teniente Rufo, hasta que discutimos: se quedó sin clases la hija y se quedó sin naranjas y sobrasada la asociación de personas con discapacidad, ya que el tal Rufo era el secretario. El conductor-repartidor de Rancho Mahón 46 era amiguete mío y me surtía de todo lo que le pedía: fruta, sobrasada, huevos, café y todo lo que le pedía.
Quiero recordar otra más: un mes lo que me pagaba el banco se quedó corto y envié una carta a Don Pedro escrita en papel de wáter; pasados unos días recibo un giro postal de 1500 pesetas, que el amigo Perico me había recaudado entre los amigos del Departamento Extranjero…¿cómo no voy a llevar en el corazón ese sabor que me dio Madrid, a esos amigos?
 
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